jueves, 15 de octubre de 2009


En el espacio Ciencia Afición de la temporada pasada discutimos un día, con cierto detalle, que el verdadero secreto de la longevidad no residía en ningún exótico elixir, sino en los telómeros y en la acción de la telomerasa. Los primeros, los telómeros, son como los cordones de unos zapatos para nuestros cromosomas, y en cierto modo se van acortando a medida que el "zapato" se copia en los procesos de la división celular a lo largo de la vida. La segunda, la telomerasa, protege a dichos cordones de una degradación excesiva. Pues bien, existen evidencias que ligan longitud o buen estado de los telómeros y longevidad. O, dicho de un modo práctico: mantener en buen estado los telómeros serviría para alargar considerablemente la vida (al menos sobre el papel) y degradarlos rápidamente podría ser extraordinariamente útil en la lucha contra el cáncer y otras enfermedades.

Hace apenas unos días, los investigadores estadounidenses Blackburn, Greider y Szostak han sido galardonados con el premio Nobel de Medicina 2009 precisamente por los trabajos referidos anteriormente, por haber resuelto un gran problema en la biología: «Cómo los cromosomas son copiados durante la división celular y se protegen contra la degradación», según el jurado que falló el reputado premio. Las investigaciones que dieron lugar a dichos conocimientos se realizaron allá por la década de los 80, si bien es ahora cuando cobran vigencia gracias al avance de las técnicas de manipulación de genes, que permitirían -al menos sobre el papel- experimentar las potenciales y positivas aplicaciones de dichos descubrimientos.

En el próximo programa y al hilo del citado galardón, volveremos a recordar en qué consiste el misterioso mecanismo biológico de la longevidad, al hilo de la concesión del citado galardón.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Vuelta al cole


Hola a todos los que os asoméis a esta ventana.

Hemos vuelto. Confesión de parte: pensábamos dar "la espantá" tras el cierre de la pasada temporada al comprobar el incuestionable salto de calidad y la extraordinaria repercusión nacional de la programación de Uniradio. Porque claro, desde nuestra modesta y autocrítica visión del asunto, la cosa era complicada: ¿dónde van dos tipos que discuten sobre la generosa producción láctea de las vacas bautizadas, los picores del cangrejo ermitaño, la felicidad de las pulgas en según de qué peludo huésped se trate, un nuevo invento revolucionario -la rueda-, o el poder curativo de las ondas de agua enviadas por correo electrónico? Tras someternos, por propia voluntad, al tercer y penoso grado de escuchar sin pausa todos los espacios de Ciencia Afición de la temporada anterior, fuimos pasto de una profunda depresión, de cuyo poderoso abrazo nos desasimos gracias a los sinceros y gratificantes halagos de la querida Directora y amiga de esta, nuestra comunidad radiofónica -que diría el Sr. Cuesta, el Presi del bloque en la serie "Aquí no hay quien viva"-, Paloma, para que no abandonásemos la disciplina de Uniradio ("en esta viña tiene que haber de todo", "más feo era el feo de los Calatrava", "paciencia (tengo) con vuestra ciencia", "un día alguien me dijo que escuchó vuestro espacio... bueno, creo, no sé, en realidad se refería a un espacio de ciencia, vaya, en la tele, en fin, o quizás no").

Henchidos con tanta infusión de desaforado ánimo, "nos vinimos arriba" y decidimos volver. Como Alien. De hecho, regresamos hace una semana y pico (ahora estamos los lunes a las 12h) con extraños sonidos del Universo, que vamos a colgar en la siguiente entrada. Os recomiendo os coloquéis cascos y apaguéis luces o, al menos, cerréis los ojos. Merece la pena para percibir que, por ahí fuera, a años luz, "pasan cosas"...

Desde estas líneas agradecemos desde ya vuestras escuchas radiofónicas del espacio y, si en alguna ocasión lo tenéis a bien, vuestras aportaciones. Seguiremos en la misma línea de "ciencia en la mesa camilla", distendida, masticable y, en lo posible y cuando corresponde, divertida.

Y bromas al margen, nuestro corazoncito va para Paloma, por la renovación de su confianza que (es para nosotros lo relevante) nos permite disfrutar, una temporada más, de la experiencia humana, personal, única al fin, que supone meter nuestras voces en vuestras orejillas cada lunes, dispuestas estas a soportar nuestra carga semanal de Ciencia Afición. Desistiríamos en nuestro intento de pasarlo bien con vosotros si Paloma no estuviese en la mesa cada lunes, dándonos vidilla con sus proverbiales y conocidas tablas radiofónicas, es la salsa del espacio. Sin ella, nosotros seríamos como un solomillo al roquefort, pero sin roquefort. Bueno, nuestro espacio, queremos decir. Bueno, o algo así. No, tú no serías el roquefort, quiero decir, en ese supuesto caso. O... vaya, bueno, tú entiendes. Que estamos ahí porque tú estás a nuestro.

Aquí nos leemos. Besos y abrazos.